La comarca del Alberche

1 0
Read Time:3 Minute, 7 Second

Atravesamos la pequeña localidad abulense de Marrupe. Hacía frío. El sol dominaba un cielo azul, limpio tras el mes lluvioso que llevamos. Tras callejear, la estrecha vía se convierte en una pista embarrada. No tiene sentido mantener la iniciativa de comer nuestro picnic en el embalse de Marrupe. Alguna de las monturas terminará en el suelo. Es necesario replanificar.

Hasta ahí llegamos tras una preciosa mañana de moto. Es diciembre y, como cada mes, nos juntamos en la ruta que organiza la Asociación Española de Mototurismo (AEMOTUR). En este caso, el capitán de ruta es nuestro secretario Edu; y el destino, seguir las proximidades del río Alberche por las provincias de Toledo y Ávila.

Cafecito y churros, al más puro estilo madrileño, en el punto de encuentro de Sevilla la Nueva. Poco a poco nos vamos saludando los aemotures en el bar La Nueva. A la hora en punto partimos. No prevemos circular con mucha gente el domingo veintidós de diciembre.

La Comunidad de Madrid nos muestra sus encantos paisajísticos y artísticos. Nos detenemos en Villa Del Prado para contemplar los frescos de la Iglesia de Santiago Apóstol; espectaculares. Y los dragones que se hallan en la clave de los arcos que separan el cuerpo de la Iglesia del ábside con el altar. También la zona del órgano con su entreplanta reclama nuestra atención. Los relieves son increíbles. Y en el exterior: la típica plaza de pueblo tradicional madrileño, con sus soportales y su ventanales enmarcados en madera verde. Todos pensamos lo mismo: ¡qué bonito y qué desconocido!

Seguimos ruta. Poco a poco nos introducimos en la provincia toledana. El castillo mudéjar de Escalona fue primero castillo romano. Y posteriormente tomado por Alfonso VI de Castilla. Hoy se encuentra en estado ruinoso, aunque visitable. El río Alberche desborda caudal y esplendor. La panorámica tras el puente es, quizá, el mejor sitio para deleitarse mirando la fortaleza.

El paisaje se cierra. La carretera serpentea. Disfrutamos con la moto ratoneando mientras atravesamos la zona serrana. Se aproxima la hora de comer. En Castillo Bayuela algunos se encargan del avituallamiento; otros no podemos resistir fotografiar el verraco y el toro vetones que encontramos a nuestro paso en una pequeña plaza. También el rollo jurisdiccional del que dicen “es el más bonito de la provincia de Toledo”. Desde luego, a mi me gustó.

Por San Roman de los Montes nos adentramos en la provincia de Ávila. El terreno verde desborda agua y los pequeños arroyos invaden la carretera a nuestro paso. Así llegamos a Marrupe buscando el mejor lugar para comer.

Tras nuestros frustrado intento de llegar a la presa del embalse por la pista embarrada, nos quedamos a las afueras del pueblo. En un rincón junto a un puente de piedra que nos sirve de mesa, y que permite al arroyo Marrupejo correr libre bajo nuestros pies. Compartimos las viandas. Compartimos las anécdotas. Y compartimos también nuestros planes para las Navidades. La verdad es que me gusta el ambiente que se genera en los picnics.

Sin demasiada demora ponemos rumbo a Casillas, en la sierra de Gredos. No nos dejamos el último cafecito del día en habitual bar motero de La Iglesuela. Pero queremos sentir el atardecer desde el Castañar de Casillas; así que no perdemos tiempo. Como este otoño ha sido largo, se ha mantenido ese ambiente mágico propiciado por el entramado de luces que traspasan las ramas de los árboles. La alfombra ocre de hojas caídas es testigo de la estación en la que nos encontramos. Maravilloso. Sin duda, es un lugar de visita obligatoria sin separarnos demasiado de casa.

Aquí nos despedimos. Esta ha sido la última ruta del año. Un buen año de amistad y kilómetros dentro de la familia AEMOTUR.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *